sábado, 21 de septiembre de 2019


Estrella fugaz


   Él se acercaba al final del paseo que recorría el acantilado, justo antes de llegar a las escaleras que descendían al puerto. Ella apareció como brisa fresca tras rebasar un recodo del sendero. Él venía con su perro como único compañero de su ánimo maltrecho, abierto a toda expectativa. Ella seguía al suyo como única pareja, -que a él le venía a bien interpretar. Los chuchos se olieron amigablemente, y se gustaron, y jugaban, se lamían, se montaban… Él se miró en lo más profundo de sus ojos grises, buscando el centro mismo de la empatía, con mirada tierna de primer encuentro y un deje de auxilio entrecortado. Ella proyectaba todo su encanto de forma desinhibida, sobre un cuerpo de regalo, -cosa que a él le venía a bien apreciar. Fue solo un instante. Él paseaba su reciente divorcio, ella su primer enamoramiento.

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